No entiendo su lenguaje, ni sé cuál es su cuna,
más en su mirada puedo ver el color del mestizaje
y en sus labios el anhelo de amarme.
Ella es hija de una madre mortal y del sol envejecido.
No la conozco en vigilia, solo en sueño y deseo.
23 de diciembre de 2007, 11.48 p.m. Álvaro.
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