Y al final, en uno de aquellos cruces,
confundiendo hasta la raíz la piel y la tierra,
recordaron el tiempo original
en el que también llovía en la luna.
Poco a poco cavaron el la piel de manzana
hasta desistir al hambre de acariciarse los ojos,
de llevarse alguna pupila a la boca
y disolverla
como azúcar en la saliva
que cosecha el silencio
Mario Barranco, noviembre de 2008.
3 comentarios:
me gusta, definiticamente me gusta... fantastico....casi lloro como marrano atorado
Muy bonito...bonico......no sé que consonante colocarle a la crítica.
Aunque es un Destello repetido. :D
:)
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