Mundos,
mundos que escapan de mi comprensión,
personas celestes
vistas a través de una sábana,
en una claridad de pergamino,
mundos
como los ojos de cíclopes estrellados,
mundos
con el amor pensante
de las escrituras secretas,
de los rastros táctiles
sus sonrisas dibujadas contra el atardecer,
sus misteriosas formas de desaparecer
sin despedirse,
sus frágiles ilusiones puestas en ti…
Intento darles la mano,
pero aún me faltan los dedos,
tendré que seguir mirándolos,
y callar,
y volver a mirarlos,
así, como el que aprende,
aun pasen los años y las vidas,
y siga creyendo en ellos.
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