Y Sevilla ocultó en la niebla su eterno rostro de piedra y albero, y recogió su cabello de naranjos con las hojas caídas del otoño. Todo esto lo hizo para no enamorar al solitario cielo sin sol de una tarde sin azahar.
Álvaro, 10 de enero de 2008.
Cofre para destellitos, luces, brillos y otras titilaciones. Muchas de ellas nacieron en mitad de la noche; otras muchas en medio de las sombras. Regalitos sin valor calculable. Papelera para estrellas
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